jueves, 10 de enero de 2013

Los deseos de GOLF EN CONTRAVÍA para este 2013


Que Camilo Villegas sea faliz con lo que hace y nos haga felices con sus ejecutorias.

Volvimos… después de un descanso, listos para continuar con esta batalla de brindarles a los golfistas colombianos una información veraz, completamente apartada de los intereses particulares y económicos y, sobre todo, con el único compromiso de decir la verdad, gústele a quien le guste. Durante este 2013, GOLF EN CONTRAVÍA continuará como la única vitrina independiente, que procura ser fiel al principio básico del golf: aquí no hay espacio para las trampas. Ahora, entonces, entramos en materia: a pesar de que el calendario nos indica que ya casi llegamos a la mitad del mes de enero, todavía es tiempo para compartir los deseos de año nuevo. Ahí les van…

Que 2013 sea el año en que Camilo Villegas vuelva a lugar que le corresponde, es decir, entre los mejores jugadores del mundo. No importa la posición en el ranquin mundial, solo que vuelva a ser el mismo jugador alegre de hace unos años. Si gana, mucho mejor; si entra a los ‘Majors’, bienvenido; si recupera los privilegios completos en el PGA Tour, enhorabuena. Lo único importante, eso sí, es que sea feliz con lo que hace, porque solo de esa manera podrá brindarlos las alegrías y emociones del pasado.

Que en 2013 Camilo Benedetti encuentre la retribución a los sacrificios, esfuerzos y trabajo de toda su trayectoria profesional. Eso no significa, obligatoriamente, que obtenga el carné para el PGA Tour al final de la temporada, sino que se mantenga en la misma línea de crecimiento personal y profesional de los últimos años. Su mejor triunfo es que logró conformar una linda familia y ahora es tiempo de que el golf y la vida le devuelvan algo de lo que, caprichosamente, en el pasado le negaron.

Que los presidentes de los clubes elijan, para la junta directiva de la Fedegolf, gente decente. No expertos, no sabihondos, no jugadores profesionales frustrados, no instructores de papel, apenas gente decente. No capataces de finca que creen que están administrando un lote de vacas a las que hay que explotar hasta que se les acabe la vida útil para luego desecharlas, no sordos incapaces de escuchar las críticas, no ciegos para los que la realidad sea solo oscuridad; gente decente, nada más. Con eso basta y sobra.

Que Camilo Benedetti reciba los réditos que se merece.
Que Paula Hurtado, en el Ladies European Tour; Mariajo Uribe, Paola Moreno y Lisa McCloskey, en el PGA Tour; y Juliana Murcia, en el Symetra Tour puedan sobreponerse a todas las dificultades, a toda la indiferencia, al abandono por parte del Estado y de la Fedegolf y sobresalgan en el golf profesional femenino. Todas poseen el talento, las ganas y el carácter para brillar, solo es cuestión de que la fortuna las acompañe. Como en el caso de Villegas, lo importante no son los triunfos ni el dinero acumulado, sino que consigan ser felices, que se realicen como personas en lo que más les gusta.

Que Tiger Woods vuelva a ser el feroz número uno de los años 2000. Que regrese al círculo de los ganadores en los ‘Majors’ y le dé al golf ese impulso que tanto necesita en estos momentos. Rory McIlroy, actual número uno del mundo, es una figura refrescante, pero no hay otro como Tiger para brindarnos alegrías, emociones, momentos inolvidables, golpes inmortales. Un fin de semana con golf de primera calidad es algo sensacional, pero es perfecto si, además, tiene el sello característico de ‘el Tigre’.

Que Phil Mickelson se despierte de su letargo y vuelva a darnos un fin de semana incomparable en un ‘Major’. Con sus tiros magistrales, con sus ‘flops’ incomparables, con sus errores imperdonables, pero también con un final feliz previsible. Cuando está enchufado, Mickelson es todo un espectáculo, una enciclopedia de golf viviente, la mejor fuente de inspiración. Los ‘Majors’, por su categoría, son especiales, pero cuando los jugadores de su talento y carácter los disputan se convierten en algo sublime.

Que los golfistas profesionales del país se quiten las rodilleras, se despojen del pánico que los convierte en dóciles borreguitos cuando están frente a alguno de los capataces de la Fedegolf y se den cuenta del valor que tienen dentro de nuestro deporte. No significa que se rebelen, tampoco que respondan a las continuas e injustas agresiones por parte de la Fedegolf, solo que se hagan respetar, solo que reaccionen ante, por ejemplo, el descarado fraude del que fueron objeto el año pasado.

Que el PGA Tour Latinoamérica salde su gran deuda de la primera temporada y deje de ser el sartén de los refritos y el saco de los rellenos, especialmente en los torneos que se juegan por estas latitudes. Si bien este circuito es la gran esperanza para los jugadores de la región, aún está muy lejos de ser la tierra prometida que pregonan por ahí; se requiere que madure, que evolucione, que se organice con seriedad, que en definitiva adquiera más el talante de PGA Tour y deje atrás el de competencia doméstica, casi clandestina.

Que todos aquellos que tienen la responsabilidad de formar a los niños que se inclinan por el golf les enseñen más valores y menos técnica. Sí, todos queremos que haya buenos jugadores, pero, sin duda, preferimos que haya mejores seres humanos, ciudadanos de bien. Y esos no se consiguen con trofeos, sino a través de valores, del correcto ejemplo de los adultos, de modelos dignos de imitar. No necesitamos ganadores coronados a costa de todo y de todos, sino verdaderos campeones de la vida que, el día de mañana, puedan transmitirles a las nuevas generaciones un mensaje positivo.

Que Paula Hurtado se luzca como novata en el Ladies European Tour.
Que a todos y cada uno de los niños que empuñan un palo de golf se les respete el derecho inalienable de ser felices, de divertirse sanamente. Que el deporte sea el camino para formarse en la disciplina, el sacrificio, la constancia, el éxito y la derrota, en una vida alejada de los vicios, no el capricho de adultos frustrados que quieren hacer realidad los sueños que en su niñez les impidieron vivir. No más adolescentes frustrados e infelices que son obligados a practicar para satisfacer el insaciable ego de sus padres.

Que todos y cada uno de nosotros, que vivimos el golf con pasión y hasta con devoción, aportemos un grano de arena, por pequeño que sea, para que este deporte nunca deje de ser la mejor excusa para compartir con los amigos, para pasar un rato agradable, para agradecer las bendiciones de la vida. Que siempre actuemos en contravía de las trampas, de los tramposos, de los malos ‘partners’, de los malos perdedores, de los que quieren ganar a cualquier costo, de los que, en fin, reniegan de la esencia de este deporte. Feliz 2013 para todos…

Hasta la próxima…

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