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Con apenas 23 años, Rory McIlroy ya fue número uno del mundo (imágenes tomadas de Internet) |
Stanley, Huh, McIlroy, Fowler, Johnson, Simpson, Leishman,
Potter Jr., Haley II, Wittenberg, Gonzales, List, Swafford y Kohles son
apellidos que esta temporada, por obra y gracia de los éxitos, ganaron
notoriedad en el ámbito del PGA Tour, tanto en el circuito principal como en el
alterno. Algunos llegaron con pergaminos después de cumplir destacadas
actuaciones como aficionados, mientras que otros salieron del anonimato en un
abrir y cerrar de ojos. Los unen el talento, las ganas de sobresalir y que hoy
conforman la nueva generación de ases del golf profesional.
Al comenzar la temporada 2012, solo el irlandés Rory McIlroy
y el estadounidense Dustin Johnson estaban inscritos en las ‘grandes ligas'. El
europeo, uno de los niños mimados de la crónica especializada, con tan solo 22
años se había convertido en una de las figuras destacadas de 2011, al punto que
hubo quienes se aventuraron a señalarlo como el sucesor de Tiger Woods. Ambos
ya habían pasado por el círculo de los ganadores, pero este año conformaron sus
buenos antecedentes y dejaron claro que están preparados para dar de qué hablar
en el futuro. Los otros, en cambio, comienzan a escribir su historia y aspiran
ser los más nombrados en el corto plazo.
McIlroy irrumpió con fuerza en 2009, con apenas 21 años.
Venía precedido de dos buenas campañas en el Tour Europeo, a pesar de que no
pudo celebrar victorias hasta entonces. Quinto en el WGC-Accenture Match Play Championship,
vigésimo del Masters Tournament, décimo del U.S. Open, tercero del PGA
Championship y cuarto del WGC-HSBC Champions fueron resultados que, en
definitiva, lo lanzaron al precoz estrellato. Al final de esa temporada,
precisamente, pasó por primera vez a visitar el círculo de los ganadores: lo
hizo en el Dubai Desert Classic, uno de los torneos más ricos del golf orbital,
para alcanzar el segundo puesto de la Orden de Mérito del circuito del Viejo
Continente.
Desde entonces, comenzó a alternar participaciones entre
Europa y Estados Unidos, aunque con mayor énfasis en este lado del Atlántico.
En 2010, ya con los ojos de los aficionados y de la prensa especializada
puestos en él, ganó el Wells Fargo Championship con una sensacional tarjeta de 62
golpes (-10) el día domingo. Fue tercero del British Open y del PGA
Championship y contribuyó a que Europa conquistar el título de la Ryder Cup, en
Gales, por apenas un punto de ventaja sobre Estados Unidos. En ese torneo, ganó
un duelo, perdió otro y empató los dos restantes que disputó.
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Webb Simpson ganó el U.S. Open-2012. |
El año pasado invirtió su programación y jugó más en el
Viejo Continente, limitando a 10 las participaciones en suelo norteamericano.
Sin embargo, se hizo notar más, especialmente por sus destacadas actuaciones en
los ‘Majors’. Aún están frescas en la memoria las imágenes de su lamentable
colapso en la ronda final en el Augusta National Golf Club, cuando todo
apuntaba a que se vestiría con la famosa chaqueta verde que identifica al
campeón del Masters Tournament. Sin embargo, un 80 (+8) el último día frustró
sus aspiraciones y lo mandó al puesto 15. La revancha, sin embargo, llegó
pronto: dos meses más tarde levantó el trofeo del U.S. Open, tras una
fantástica actuación con cuatro tarjetas por debajo de los 70 golpes en el
Congressional Country Club.
Este año, tras adjudicarse el The Honda Classic, el mismo
certamen que nuestro Camilo Villegas supo ganar en 2010, el norirlandés pasó a
ser el número uno, sucediendo al inglés Luke Donald. Duró apenas una semana en
ese lugar, luego lo recuperó fugazmente y volvió a cederlo (esta semana
apareció de tercero), pero logró incrustar su nombre en la galería de los
grandes del presente. Este año sus actuaciones en los ‘Majors’ no han sido tan
destacadas (40 en el Masters, falló el corte en el U.S. Open y 60 en el British
Open), pero es uno de los grandes artistas del circuito (de hecho, nació en una
ciudad llamada Holywood), uno de los imanes para atraer al público a los
escenario. Es noveno de la FedEx Cup y uno de los aspirantes a quedarse con los
máximos honores y los millones de dólares que se reparten en el final de la
campaña.
Dustin Johnson, por su parte, llegó al PGA Tour por la vía
del Q-School, en diciembre de 2007. Hasta comienzos de octubre de 2008, no
había podido brillar como novato, pese a que acreditaba dos Top-10 en sus
primeras 26 actuaciones en el circuito. Sin embargo, se adjudicó el triunfo en
el Turning Stone Resort Championship, uno de los certámenes de la llamada Fall
Series, y dio un salto de calidad en su juego. En 2009 ganó el AT&T Pebble
Beach National Pro-Am y terminó la campaña en el puesto 19 de la FedEx Cup, una
progresión de casi 100 lugares en relación con el año anterior (117), tras avanzar
por primera vez a los ‘playoffs’.
Fue 2010 el año de su consolidación. Repitió en Pebble
Beach, terminó de octavo en el U.S. Open tras una lamentable ronda final de 82
golpes (+11) cuando parecía encaminarse hacia la ceremonia de premiación, fue
quinto del PGA Championship (una insólita penalización en un búnker lo sacó del desempate) y brilló a plenitud en los ‘playoffs’ de la FedEx
Cup. Noveno del The Barclays, 57 del Deutsche Bank Championship, campeón del
BMW Championship y 22 del The Tour Championship, para acreditar el puesto 11 en
la estadística de la temporada. El año pasado fue segundo del WGC-Cadillac
Championship en El Doral, segundo del British Open, campeón del The Barclays y
miembro del equipo estadounidense que triunfó en la Presidents Cup (récord de
un triunfo, un empate y tres derrotas).
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Dustin Johnson perdió el PGA Championship por una insólita penalización. |
Este año, aquejado por lesiones, ha jugado poco y no lo ha
hecho tan bien como le gustaría, a pesar de que ya cuenta con la victoria en el
FedEx St. Jude Classic, la semana previa al U.S. Open. Terminó de noveno en el
British Open y se acercan los ‘playoffs’, una serie de torneos en los que ya
demostró que desarrolla todo su potencial. Sin el carisma de McIlroy u otros
jóvenes jugadores, Johnson ha conseguido cuajar una meritoria trayectoria en la
que sin embargo, acredita un lunar: le falta ganar un ‘Major’, algo que debería
conseguir a corto plazo dentro de lo normal.
Del resto (Kyle Stanley, John Huh, Rickie Fowler, Webb
Simpson, Marc Leishman, Ted Potter Jr., Paul Haley II, Casey Wittenberg, Andres
Gonzales, Luke List, Hudson Swafford y Ben Kohles), el más destacado es
Simpson. Como novato, en 2009, llegó a los ‘playoffs’, logro que repitió en
2010 antes de saltar al estrellato en 2011 con los éxitos en el Wyndham
Championship y el Deutsche Bank Championship y su participación en la
Presidents Cup; fue tercero de la FedEx Cup. Lo mejor, sin embargo, fue su
triunfo en el U.S. Open de este año, en el que mostró argumentos muy sólidos.
Es décimo de las estadísticas de la FedEx Cup y quinto del ranquin mundial, y
acredita más de 11 millones de dólares en ganancias con apenas 110 torneos
disputados en el PGA Tour.
El fin de semana anterior, en su primera presentación como
profesional en el Web.com Tour, el joven Ben Kohles, que al final de la
primavera estaba en las aulas de la Universidad de Virginia, se adjudicó los
honores del Nationwide Children’s Hospital Invitational; venció en desempate a
Luke Guthrie, otro invitado especial al certamen. Como ellos, con una frecuencia
inusitada, el mundo del golf se sorprende con la irrupción de un nuevo talento.
Algunos no pasan de ser estrellas fugaces que desaparecen con la misma rapidez
que irrumpieron, mientras que otros consiguen labrarse un camino exitoso. Así
como lo hiciera el colombiano Camilo Villegas en la segunda parte de la década
anterior, McIlroy, Johnson, Webb y compañía refrescan el decorado del golf
profesional y, a fuerza de victorias y hazañas, se consolidan como la nueva
generación del golf profesional. Los ases del futuro…
Hasta la próxima…
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