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El campeón que nadie esperaba: Ernie Els ganó el British Open-2012 (fotos tomadas de Internet) |
Dos
contundentes razones de por qué el golf es un deporte que apasiona tanto se vivieron
en la definición de la 141 edición del British Open Championship: el dolor y la
dicha. El surafricano Ernie Els, que no hace muchos meses parecía más cerca del
retiro que de una nueva victoria ‘Grande’, encontró premio a su juego agresivo
y alegre de toda la semana y, sobre todo, a su inclaudicable fe: nunca dejó de
creer que era posible. El australiano Adam Scott, que en el ‘tee’ del hoyo 15
tenía el torneo en sus manos, escribió una nueva versión del libreto de los
finales tragicómicos en torneos deportivos.
‘Big Easy’,
que ya había alzado la Jarra de Clarete hace una década (2002) y que también posee
dos réplicas del trofeo del U.S. Open (1994 y 1997), tenía un buen
presentimiento desde el día sábado. Cuando terminó esa tercera ronda, con una
tarjeta de 68 impactos (-2), estaba a 6 golpes de Scott, que entregó una cifra
idéntica. El paso por los primeros 9 hoyos del difícil campo del Royal Lytham
& St. Annes Golf Club favorecía a Scott, que a pesar de haber anotado tres ‘bogeys’
en ese trayecto mantenía la ventaja. Tiger Woods, Brandt Snedeker y Graeme
McDowell, los otros aspirantes antes de que se diera el primer golpe del día,
poco a poco dilapidaban sus opciones.
Sin la
brillantez que a uno le hubiera gustado, pero con la eficiencia que requería la
ocasión, Scott sacaba provecho de los errores de sus rivales, de sus tiros
acertados y de los consejos de su cadi Steve Williams, que cargando la talega
de ‘el Tigre’ celebró el triunfo en 13 ‘Majors’. Ni siquiera los ‘birdies’ del
surafricano en los hoyos 10 y 12, en los que se mostró como en sus mejores
tiempos, hacían presagiar lo que estaba por ocurrir. Eran cuatro golpes de
diferencia con seis hoyos por jugar en el trayecto más traicionero del campo,
por lo que era improbable pensar que se iba a presentar un final como el que se
dio. Esta vez la realidad superó a la ciencia ficción y nos deparó un libreto
emocionante, apasionante.
Acertando ‘fairways’
y ‘greenes’ y asegurando pares, el australiano Scott marchaba firme hacia su
primera corona ‘grande’. Inclusive, el ‘birdie’ en el hoyo 14, que neutralizó
idéntico ‘score’ del surafricano en ese mismo lugar, lo dejaba en una situación
inmejorable: cuatro golpes de ventaja con cuatro hoyos por jugar. Iban 68 hoyos
del torneo y Adam Scott a lo largo de ese trayecto había brindado una lección
de golf bien jugado, con tiros precisos, ‘putts’ oportunos y un perfecto control
de su juego. Sin embargo, como el castillo de arena al que se le viene encima
una ola inmensa, el australiano se derrumbó.
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La suerte estaba echada para Adam Scott: falló el 'putt' decisivo. |
No fueron
errores lamentables como aquel del francés Jean Van de Velde, en el hoyo 18 de
Carnoustie, en el British Open de 1999, ni un colapso doloroso como el del
norirlandés Rory McIlroy el año pasado en la ronda final del Masters de
Augusta, cuando perdió una ventaja de 4 golpes y firmó una tarjeta de 80 (+8)
para abrirle la puerta del triunfo al surafricano Charl Schwartzel. Los de Adam
Scott este domingo fueron ‘errores normales’, de aquellos que puede cometer
cualquier golfista. Inclusive, algunos fueron tiros con alguna dosis de mala
suerte, como si por ahí estuviera escrito que la historia iba a cambiar de
manera inesperada.
Mientras Els soportaba con estoicismo su falta de
acierto sobre el ‘green’, Scott vivió su calvario: cerró con cuatro ‘bogeys’
consecutivos, todos producto de al menos un tiro malo en cada hoyo. “Estoy muy decepcionado porque lo tenía (el trofeo) en
las manos, pero me las arreglé para echarlo todo a perder”, se lamentó el
australiano sin poder ocultar su tristeza. “Estoy bastante desilusionado porque
jugué demasiado bien durante toda la semana, así que no debería permitir que
esto me deprima”, continuó. Con la misma entereza que jugó los primeros 14
hoyos del día, y los 54 anteriores, Scott enfrentó a la prensa, pero no pudo
explicar qué fue lo que ocurrió. Sobre el ‘green’ del 18, luego de sortear un
mal tiro de salida, tuvo la oportunidad de, como consuelo, forzar un desempate.
Pero, a diferencia de lo ocurrido en todo el torneo, su ‘putt’ desde poco más
de dos metros pasó rozando el borde izquierdo del hoyo y le entregó la victoria
a Els.
“No puedo negar que
estoy muy feliz, pero también muy sorprendido por lo que pasó y triste por lo
que le tocó vivir a mi amigo Adam”, dijo Els desde el ‘putting green’, donde
esperaba la definición. “El año pasado pasé por un pozo bastante grande.
Sin embargo, desde el inicio de esta temporada empecé a ver algunos signos de
mejoría. Siento que mi juego vuelve a ser competitivo”, agregó el surafricano. “Todavía
no soy consciente, probablemente me llevará unos cuantos días, porque no he
estado en esta posición desde hace 10 años. Es una locura haber llegado aquí”,
afirmó. “Por alguna razón, desde la víspera sentía que algo bueno iba a suceder”,
dijo con tono de incredulidad.
A lo largo de la semana, mientras sus rivales desplegaban
estrategias conservadoras, respetando de más el campo, temiendo por sus
represalias, Els marcó la nota distinta. Siempre fue agresivo, puso a jugar el ‘driver’
mucho antes que todos los demás y le apostó a la victoria con un juego alegre.
A pesar de eso, los continuos fallos con el ‘putter’ le impidieron dar la pelea
desde más cerca, hasta que Scott le abrió la puerta. Mientras desde un búnker
el australiano discutía con su cadi cómo salvar el torneo, ‘Big Easy’ por fin
embocó con firmeza, por el centro del hoyo, en el ‘green’ del 18. La ovación
del público fue atronadora y, sin duda, le metió más presión al todavía líder
de la clasificación.
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Tiger echó mano de todos sus recursos, pero no pudo ganar. |
El tiro de aproximación de Scott fue muy bueno, pues le dejó
abierta la posibilidad de forzar un desempate, programado al mejor en los hoyos
1-18-1-18. Pero, faltaba la última sorpresa: Scott falló de manera increíble
(había metido ese mismo ‘putt’ sin dudar a lo largo de la semana) y firmó un ‘bogey’,
el cuarto consecutivo, que consagró a Els como el gran campeón de este British
Open de 2012. Es el decimoquinto ganador distinto desde que el irlandés Padraig
Harrington venció en los dos últimos ‘Majors’ de 2008, aunque apenas el tercero
mayor de 40 años y con otras coronas ‘grandes’ en su palmarés (los otros fueron
Ángel Cabrera y Phil Mickelson).
Tiger, que parecía embalarse tras los ‘birdies’ de los hoyos
10 y 12 (los mismos que impulsaron a Els), se hundió con errores sucesivos en
las banderas 13, 14 y 15. Perdió el control de sus tiros y aplazó una nueva
celebración. Su opción, sin embargo, había sufrido un terrible golpe antes,
cuando firmó un triple ‘bogey’ en el hoyo 6, el mismo al que le había anotado
sendos descuentos en las tres rondas previas. Woods terminó igualado en la
tercera casilla con su compatriota Brandt Snedeker, líder de los primeros 36
hoyos, y recuperará el segundo lugar del rankin mundial. Acumula 17 ‘Majors’
sin pasar por el círculo de los ganadores y, a pesar de las irregularidades de
su juego este domingo, cada vez parece estar más cerca de un nuevo triunfo en
estos torneos.
No hubo ese viento capaz de desquiciar al más paciente de
los participantes, tampoco se cumplieron los pesimistas vaticinios de los
meteorólogos que pronosticaban lluvia y frío (de hecho, salió el sol y en verdad
pareció verano) y solo el ‘rough’ y uno que otro de los más de 200 temibles
búnkeres de la cancha se encargaron de pasarles costosas cuentas de cobro a
aquellos que se atrevieron a retarla o, sencillamente, tuvieron mala suerte o
cometieron errores. No fue un British Open
con el libreto tradicional y, quizás por eso, fue un torneo apasionante. Cuando
todo parecía perdido, cuando se acababan los hoyos y había muy pocas opciones,
a Ernie Els se le abrió una puerta y no desaprovechó la oportunidad. Esta vez, más
que nunca, fue cierto aquello de que nadie gana antes de que la última bola
entre al último hoyo…
Hasta la próxima…
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