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La imagen que conmovió al mundo: el llanto de Tieger Woods tras ganar el British Open de 2006. |
Dos meses antes de su última victoria en el British Open, en
2006, Tiger Woods había sufrido la peor derrota de su vida: el 3 de mayo de
2006 murió Earl Woods, su mentor, su guía. Era la primera vez que ‘el Tigre’
ganaba un ‘Major’ sin la presencia de su padre, que perdió la batalla contra el
cáncer. Fue su undécima corona en un torneo de esta categoría y la clara
demostración de que el entonces número uno del mundo estaba dispuesto a cumplir
la misión trazada por Earl para su hijo: convertirse en el golfista más grande
de la historia, tras superar el récord de 18 ‘grandes’ impuesto por Jack
Nicklaus.
Desde este jueves, en la cancha del Royal Lytham & St.
Annes, en Lancashire (Inglaterra), Woods estará otra vez en suelo británico con
la intención de alzar el preciado ‘Claret Jug’ por cuarta vez y, de paso,
reanudar su carrera en pos de la marca del ‘Oso Dorado’. Aunque han pasado 16
citas ‘Major’ desde la última vez que ‘el Tigre’ apareció por el círculo de
ganadores, esta semana apelará a tradición que ha hecho carrera en este
escenario: que allí los triunfadores son grandes nombres, es decir, los favoritos, los
mejores del mundo. Un momento que el mundo del golf espera con ansiedad.
Construido en 1897 con diseño de George Lowe, el primer
profesional que tuvo el club, el campo corre el riesgo de parecerse a un
desierto: cuenta con más de 200 búnkeres dispersos por 18 hoyos de diseño muy
variados que, eso sí, conservan la
identidad de los temidos links británicos. En 1926 fue incluido por primera vez
en el circuito de rotación del Open Championship y consagró como campeón a uno
de los más grandes de la historia: el amateur estadounidense Bobby Jones, el
dueño del único ‘Grand Slam’ de todos los tiempos. Luego, en 1952, el triunfo
le correspondió a Bobby Locke, un nombre que puede no decir algo para muchos,
pero al que los libros de historia califican como el mejor jugador de ‘putter’
de la historia.
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David Duval, último ganador en Royal Lytham & St. Annes. |
Seis años más tarde fue Peter Thomson, el astro australiano,
el que se impuso en un desempate contra Dave Thomas. En 1963, por la misma vía,
la del ‘playoff’, el ganador fue Bob Charles, que postergó las ilusiones de
Phil Rodgers. La edición de 1969 marcó un punto crucial de la historia, pues
Tony Jacklin acabó una racha de 18 años sin el triunfo de un inglés en el
torneo. En 1974, en este campo, el gran Gary Player ganó el último de sus ‘Major’
y en 1979 el mundo apreció una fantástica aparición: la del talentoso español Severiano
Ballesteros.
Nueve años después, ya consagrado como uno de los grandes de
todos los tiempos, Seve repitió victoria (igual que Player, allí celebró su
último ‘grande’). Más recientemente, los éxitos conquistados en Royal Lytham
& St. Annes encumbraron a los estadounidenses Tom Lehman y David Duval como
los número uno del mundo. Lehman lo logró en 1996 y Duval, en 2001, justo antes
de comenzar una caída libre que lo mandó al puesto 775 del ranquin mundial, en
el que aparece esta semana, y que inclusive estuvo a punto de retirarlo de la
actividad profesional.
Salvo el irlandés Padraig Harrington, vencedor en el Open
Championship y el PGA Championship de 2006 y del estadounidense Phil Mickelson,
ganador del Masters de Augusta de 2010, los otros 13 campeones ‘Major’ desde
aquella mencionada victoria de Woods en el Royal Liverpool fueron ganadores ‘novatos’,
es decir, jugadores que ceñían su primera corona ‘grande’. Una racha que le ha dado
un respiro a la hegemonía de Woods en esta clase de torneos, pero que de alguna
manera les ha restado brillo a las definiciones. Sin demeritar esos triunfos,
nada más emocionante y atractivo para el aficionado al golf que una cuarta
ronda en la que los mejores del mundo se baten palmo a palmo, golpe a golpe, en
pos de la gloria.
‘El Tigre’ empató de 40 en Augusta, sin poder rebajar el par
de la cancha, e igualó en la casilla 21 del U.S. Open en una irregular
actuación. Ahora, luego de sumar tres éxitos a lo largo de la temporada y
ubicado como número 4 del mundo, sus fanáticos esperan que vuelva a ser protagonista
de primer orden en el torneo más antiguo del golf en el orbe. A pesar de su
sequía en los ‘Major’, con varias presentaciones decepcionantes, ‘el Tigre’ es
el gran favorito de la ocasión, como corresponde a su linaje. Sus hinchas
apelan a los argumentos que lo llevaron a su más reciente celebración en suelo
británico: en 2006, siguiendo las instrucciones de su entrenador Hank Haney,
sacó de su talega maderas y ‘driver’ y brindó un espectacular concierto con los
hierros.
En aquella ocasión, Woods entendió que era necesario
sacrificar la potencia de sus golpes y darle prelación a la precisión de sus
tiros. Se dedicó, entonces, a hacer rodar la bola en los ondulados ‘fairways’
ingleses y a asaltar con certeza los ‘greenes’, superficie en la que su ‘putter’
resultó un valioso aliado. Empezó la última ronda con un golpe de ventaja sobre
el español Sergio García (que curiosamente será uno de sus compañeros en los
dos primeros recorridos de esta semana, junto con el inglés Justin Rose), que
fiel a su costumbre sucumbió a la presión. Al final, triunfó con dos impactos
de ventaja sobre Chris DiMarco, que emergió del grueso lote merced a una
tarjeta final de 68 (-4) que le permitió adueñarse en solitario del segundo
lugar.
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El norirlandés Darren Clarke es el defensor del título. |
Esta vez, Woods y el resto de participantes deberán sortear
no solo más de dos centenares de trampas de arena, capaces de desquiciar al más
paciente de los jugadores, sino también con el impredecible clima que, por
estas épocas, reina en Gran Bretaña. Aunque hace varios años que el torneo se
disputa en condiciones bastante agradables, para este año los pronósticos son
temibles: las frecuentes lluvias que cayeron sobre el Royal Lytham & St.
Annes en los últimos días provocaron el inesperado crecimiento del ‘rough’. Por
eso, todos aquellos que se salgan de los angostos ‘fairways’ pagarán caro las
consecuencias. Si a eso se le agrega que la mayoría de los hoyos se juega con
el viento en contra (y viento británico, claro), pueden ser cuatro días de
pesadilla.
Los servicios meteorológicos pronostican lluvia para los
días de práctica y las dos primeras rondas del torneo, aunque se espera un fin
de semana soleado. En todo caso, no hay que olvidar lo ocurrido en1988, cuando
ganó Ballesteros y los aguaceros inundaron el campo y provocaron que el final
se postergara hasta el lunes. Un menú con todos los condimentos requeridos para
que el Open Championship sea, como reza la tradición, una gran fiesta, una
épica batalla deportiva. El moño, sin duda, sería que, de nuevo, como tantas
otras veces, el que despierte la admiración y reciba los aplausos en el círculo
de los ganadores sea Tiger Woods. ¿Será novela con final feliz?
Hasta la próxima…
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