martes, 17 de julio de 2012

British Open, ¿el 'Major' de la reconciliación?


La imagen que conmovió al mundo: el llanto de Tieger Woods tras ganar el British Open de 2006.
Dos meses antes de su última victoria en el British Open, en 2006, Tiger Woods había sufrido la peor derrota de su vida: el 3 de mayo de 2006 murió Earl Woods, su mentor, su guía. Era la primera vez que ‘el Tigre’ ganaba un ‘Major’ sin la presencia de su padre, que perdió la batalla contra el cáncer. Fue su undécima corona en un torneo de esta categoría y la clara demostración de que el entonces número uno del mundo estaba dispuesto a cumplir la misión trazada por Earl para su hijo: convertirse en el golfista más grande de la historia, tras superar el récord de 18 ‘grandes’ impuesto por Jack Nicklaus.

Desde este jueves, en la cancha del Royal Lytham & St. Annes, en Lancashire (Inglaterra), Woods estará otra vez en suelo británico con la intención de alzar el preciado ‘Claret Jug’ por cuarta vez y, de paso, reanudar su carrera en pos de la marca del ‘Oso Dorado’. Aunque han pasado 16 citas ‘Major’ desde la última vez que ‘el Tigre’ apareció por el círculo de ganadores, esta semana apelará a tradición que ha hecho carrera en este escenario: que allí los triunfadores son  grandes nombres, es decir, los favoritos, los mejores del mundo. Un momento que el mundo del golf espera con ansiedad.

Construido en 1897 con diseño de George Lowe, el primer profesional que tuvo el club, el campo corre el riesgo de parecerse a un desierto: cuenta con más de 200 búnkeres dispersos por 18 hoyos de diseño muy variados que, eso sí, conservan  la identidad de los temidos links británicos. En 1926 fue incluido por primera vez en el circuito de rotación del Open Championship y consagró como campeón a uno de los más grandes de la historia: el amateur estadounidense Bobby Jones, el dueño del único ‘Grand Slam’ de todos los tiempos. Luego, en 1952, el triunfo le correspondió a Bobby Locke, un nombre que puede no decir algo para muchos, pero al que los libros de historia califican como el mejor jugador de ‘putter’ de la historia.

David Duval, último ganador en Royal Lytham & St. Annes.
Seis años más tarde fue Peter Thomson, el astro australiano, el que se impuso en un desempate contra Dave Thomas. En 1963, por la misma vía, la del ‘playoff’, el ganador fue Bob Charles, que postergó las ilusiones de Phil Rodgers. La edición de 1969 marcó un punto crucial de la historia, pues Tony Jacklin acabó una racha de 18 años sin el triunfo de un inglés en el torneo. En 1974, en este campo, el gran Gary Player ganó el último de sus ‘Major’ y en 1979 el mundo apreció una fantástica aparición: la del talentoso español Severiano Ballesteros.

Nueve años después, ya consagrado como uno de los grandes de todos los tiempos, Seve repitió victoria (igual que Player, allí celebró su último ‘grande’). Más recientemente, los éxitos conquistados en Royal Lytham & St. Annes encumbraron a los estadounidenses Tom Lehman y David Duval como los número uno del mundo. Lehman lo logró en 1996 y Duval, en 2001, justo antes de comenzar una caída libre que lo mandó al puesto 775 del ranquin mundial, en el que aparece esta semana, y que inclusive estuvo a punto de retirarlo de la actividad profesional.

Salvo el irlandés Padraig Harrington, vencedor en el Open Championship y el PGA Championship de 2006 y del estadounidense Phil Mickelson, ganador del Masters de Augusta de 2010, los otros 13 campeones ‘Major’ desde aquella mencionada victoria de Woods en el Royal Liverpool fueron ganadores ‘novatos’, es decir, jugadores que ceñían su primera corona ‘grande’. Una racha que le ha dado un respiro a la hegemonía de Woods en esta clase de torneos, pero que de alguna manera les ha restado brillo a las definiciones. Sin demeritar esos triunfos, nada más emocionante y atractivo para el aficionado al golf que una cuarta ronda en la que los mejores del mundo se baten palmo a palmo, golpe a golpe, en pos de la gloria.

‘El Tigre’ empató de 40 en Augusta, sin poder rebajar el par de la cancha, e igualó en la casilla 21 del U.S. Open en una irregular actuación. Ahora, luego de sumar tres éxitos a lo largo de la temporada y ubicado como número 4 del mundo, sus fanáticos esperan que vuelva a ser protagonista de primer orden en el torneo más antiguo del golf en el orbe. A pesar de su sequía en los ‘Major’, con varias presentaciones decepcionantes, ‘el Tigre’ es el gran favorito de la ocasión, como corresponde a su linaje. Sus hinchas apelan a los argumentos que lo llevaron a su más reciente celebración en suelo británico: en 2006, siguiendo las instrucciones de su entrenador Hank Haney, sacó de su talega maderas y ‘driver’ y brindó un espectacular concierto con los hierros.

En aquella ocasión, Woods entendió que era necesario sacrificar la potencia de sus golpes y darle prelación a la precisión de sus tiros. Se dedicó, entonces, a hacer rodar la bola en los ondulados ‘fairways’ ingleses y a asaltar con certeza los ‘greenes’, superficie en la que su ‘putter’ resultó un valioso aliado. Empezó la última ronda con un golpe de ventaja sobre el español Sergio García (que curiosamente será uno de sus compañeros en los dos primeros recorridos de esta semana, junto con el inglés Justin Rose), que fiel a su costumbre sucumbió a la presión. Al final, triunfó con dos impactos de ventaja sobre Chris DiMarco, que emergió del grueso lote merced a una tarjeta final de 68 (-4) que le permitió adueñarse en solitario del segundo lugar.

El norirlandés Darren Clarke es el defensor del título.
Esta vez, Woods y el resto de participantes deberán sortear no solo más de dos centenares de trampas de arena, capaces de desquiciar al más paciente de los jugadores, sino también con el impredecible clima que, por estas épocas, reina en Gran Bretaña. Aunque hace varios años que el torneo se disputa en condiciones bastante agradables, para este año los pronósticos son temibles: las frecuentes lluvias que cayeron sobre el Royal Lytham & St. Annes en los últimos días provocaron el inesperado crecimiento del ‘rough’. Por eso, todos aquellos que se salgan de los angostos ‘fairways’ pagarán caro las consecuencias. Si a eso se le agrega que la mayoría de los hoyos se juega con el viento en contra (y viento británico, claro), pueden ser cuatro días de pesadilla.

Los servicios meteorológicos pronostican lluvia para los días de práctica y las dos primeras rondas del torneo, aunque se espera un fin de semana soleado. En todo caso, no hay que olvidar lo ocurrido en1988, cuando ganó Ballesteros y los aguaceros inundaron el campo y provocaron que el final se postergara hasta el lunes. Un menú con todos los condimentos requeridos para que el Open Championship sea, como reza la tradición, una gran fiesta, una épica batalla deportiva. El moño, sin duda, sería que, de nuevo, como tantas otras veces, el que despierte la admiración y reciba los aplausos en el círculo de los ganadores sea Tiger Woods. ¿Será novela con final feliz?

Hasta la próxima…

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