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Laura Blanco terminó en el Top-100 universitario. |
Los últimos
golpes de la temporada del golf universitario estadounidense se darán este
domingo, cuando concluya el NCAA Championship-2012, en su instancia del cuadro
de match. Es, entonces, la hora de hacer un balance de lo que dejó, en el campo
deportivo, la competencia que se inició a finales de agosto, en vísperas del
otoño. Una campaña que, para Colombia, mantiene la tendencia reciente: a la
baja.
Como hay
algunos cuyo único rasero para medir la vida son los triunfos, hay malas
noticias: el porcentaje de celebraciones de los colombianos en ese ámbito se redujo
una vez más. Veamos las cifras: en la temporada 2008-2009 se dieron 38
celebraciones de jugadores latinoamericanos y 15 de ellas (el 39,47 por ciento)
fueron protagonizadas por colombianos; casi la mitad (7) se dio en torneos de
la División I. David Tobón, Diego Velásquez, Lisa McCloskey, Juliana Murcia y
María José Uribe fueron algunos de los que llegaron al círculo de los
ganadores.
En
2009-2010 fueron 42 los latinoamericanos que cantaron victorias en el golf
universitario estadounidense, de las cuales 15 (el 35,71 por ciento) corrieron
por cuenta de nuestros representantes, 7 de ellas en División I. Paula Andrea
Hurtado, Diego Velásquez, Lisa McCloskey, Laura González-Escallón, Álvaro José
Arizabaleta y Andrés Echavarría protagonizaron los éxitos más sonados. La
tendencia a la baja comenzaba a marcarse y el paso al profesionalismo de varios
de los más representativos jugadores nacionales significaba el fin de una era.
En
2010-2011, Paula Andrea Hurtado, Andrés Echavarría y Laura González-Escallón
aportaron los 4 triunfos en División I. En total, Colombia festejó 11 veces (el
25,0 por ciento) de las 44 que correspondieron a golfistas de Latinoamérica. La
tendencia a la baja se incrementó. Finalmente, en la temporada que está a punto
de concluir, la 2011-2012, se dieron 56 victorias de latinos, 11 de las cuales
(el 19,64 por ciento) fueron de colombianos, solo 3 de ellas en División I. En
apenas cuatro años, el golf nacional redujo su representatividad a la mitad,
tanto en porcentaje de triunfos como de celebraciones obtenidas en el máximo
nivel.
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Daniel Zuluaga fue el mejor de los caballeros. |
Otro
escenario que sirve para medir el rendimiento es el ranquin establecido por la
prestigiosa revista Golfweek, que sigue golpe a golpe la actividad de golf
universitario, en especial lo concerniente a la División I. El panorama al
término de esta temporada es así: Lindy Duncan (Duke) fue la mejor del año,
seguida por Emily Tubert (una vieja conocida del golf colombiano, de Arkansas)
y por Marina Alex (Vanderbilt). La única de las nuestras en el Top-10 que
alguna vez supieron ocupar Marisa Baena, Carolina Llano, Eileen Katherine
Vargas y Paola Moreno fue Lisa McCloskey (Southern California), séptima.
No lejos de
ahí, en la casilla 15, quedó Laura González-Escallón (Purdue), mientras que la
peruana María Salinas (Florida State) brilló como la tercera latina, de 26.
Solo dos jugadoras más de la región aparecieron en el Top-100: la bellísima
argentina Mercedes Germino (Kent State), en el puesto 73, y la bogotana Laura
Blanco (Arizona State), en el 78. Ya lejos de los lugares destacados, por fuera
de las 100 mejores, estuvieron las bogotanas Maribel López (Tulane), como 102;
Daniela Ordóñez (Arizona State), como 104); y Luz Cangrejo (Duke), como 106.
Refundidas en el Top-500 quedaron Juanita Rico (Wyoming, 292), Ana Lucía
Martínez (North Carolina-Greensboro, 299) y María Juliana Loza (Tennessee-Chattanooga,
356).
El capítulo
masculino es menos alentador. Mientras el promocionado Jordan Spieth (Texas),
Justin Thomas (Alabama) y Dylan Frittelli (Texas) se disputan los honores del
número uno este fin de semana, el balance de los latinos es bastante discreto.
Solo el venezolano Julio Vegas (Texas), hermano de Jhonattan, miembro del PGA
Tour, y el mexicano Carlos Ortiz (North Texas), en los puestos 20 y 81,
respectivamente, aparecen en el Top-100. A diferencia de temporadas pasadas,
los colombianos figuraron en puestos secundarios: Daniel Zuluaga (Southeastern
Louisiana) fue el mejor, en la casilla 538, y no muy lejos de ahí, en la 570,
quedó el antioqueño Miguel Echavarría (Michigan). Dentro del Top-1.000 aparecen
también Esteban Restrepo (Texas Tech, 644) y Santiago Mejía (Southeastern
Lousiana, 708).
No cabe
duda de que el golf colombiano ha perdido, y no poco, el protagonismo que supo
ganarse en temporadas anteriores en el ámbito universitario estadounidense. Se
gana menos que antes, se gana en torneos menos importantes y en los escalafones
se ha experimentado algo que podemos denominar caída libre. Malas noticias para
aquellos cuyo único rasero para medir la vida son los triunfos, especialmente
para los oportunistas que suelen subirse al bus de las victorias ajenas. Sin embargo,
y para fortuna de todos aquellos jovencitos que hoy tienen el privilegio de
estudiar en una universidad gringa y jugar al golf, la realidad nos ofrece
otras alternativas.
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Daniela Ordóñez se también destacó con Arizona St. |
Si bien
hubo algún momento en que los jóvenes deportistas, y en especial sus padres,
estaban desesperados por llegar a una universidad estadounidense pensando que
ese era el camino expedito hacia el PGA Tour, hoy la mentalidad ha cambiado. Y
para bien. Lo que nunca se puede olvidar es que el golf es un medio, no el fin; en
otras palabras, llegar a ser golfistas profesionales no puede ser el objetivo
exclusivo de aquellos que pisan las aulas de un establecimiento educativo
gringo, porque la experiencia ha demostrado que ese no es el camino correcto.
Desde
pequeños, cuando por primera vez empuñan un palo de golf, a los niños se les inculca
que la práctica del deporte es parte fundamental de su proceso de formación
como seres humanos. Que la disciplina, la constancia y los valores que de allí se
desprenden, que allí aprenden, les van a servir para convertirse en una persona
de bien, un ciudadano útil para la sociedad. Además, se les promete que las
amistades surgidas de ese medio son para toda la vida y que las relaciones que consiga
establecer pueden ser muy provechosas.
Sin
embargo, a medida que pasa el tiempo, algunos (jugadores y/o padres) pierden el
norte y se dejan obnubilar por cualquier trofeo. Y comienzan las presiones que
todos conocemos, el tortuoso camino que tantos jóvenes han sido obligados a
transitar y que termina siempre en el mismo doloroso punto: la frustración y el
abandono de la disciplina deportiva. No es necesario mencionar nombres propios,
pero todos conocemos incontables casos que confirman esta triste premisa.
En cambio,
hay ejemplos como Carolina Llano, Julián Colmenares, María Catalina Marín,
Alejandra Guacaneme o Juan Pablo Candela, para nombrar a los más significativos
dentro del ámbito nacional, que indicaron cuál es el camino correcto. Gracias a
su excelencia en el golf, llegaron a las aulas de las universidades
estadounidenses y allí brillaron con los libros en la mano y también en el
campo de juego. Algunos intentaron en el golf profesional, pero entendieron que
su proyecto de vida, el que les permitía ser felices, estaba en otros ámbitos. Y
aunque siguen practicando el golf con la misma pasión y amor de siempre, hoy
sus vidas transcurren en otros senderos.
Lo único importante
es que los jóvenes entiendan que el golf es apenas una herramienta para acceder
al privilegio de la educación en una universidad estadounidense. Es, en otras palabras,
una llave maestra para abrir la puerta de las oportunidades. Y que la vida no
se termina si los sueños de llegar al profesionalismo no se cumplen, porque la
vida ofrece un reto distinto cada día, y vale la pena enfrentarlo, vivirlo, disfrutarlo.
La verdad es que los títulos importantes no se consiguen en los campos de golf;
para estos jóvenes que están en el ámbito universitario estadounidense, los
verdaderamente valiosos son los que obtienen dentro de las aulas.
Hasta la
próxima…
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